viernes, 14 de marzo de 2025

GUP: Carolus rex, el imperio de acero C3

La siesta terminó con la suave luz anaranjada del atardecer sobre el patio de la mansión Nishizumi. El aroma a incienso flotaba en el aire, junto con el eco distante de una campana de viento.

Shiho, con su porte estoico, permitió que nos quedáramos a pasar la noche en la mansión. Aunque su tono era frío, sentí que había algo calculado detrás de aquella generosidad... como si quisiera observarme un poco más.

Dormí junto con mi madre en una habitación de invitados, pero la cama era demasiado blanda para mi gusto, acostumbrado al colchón firme de mi casa. Durante la noche, me desperté al caer al suelo con un golpe sordo.

Erik: agh

Parece que este cuerpo tiene la misma costumbre que mi cuerpo anterior de moverse mucho cuando duerme, supongo que las malas costumbres nunca mueren.

Bueno, aprovechando que estoy despierto, siento algo de sed, así que abro la puerta de la habitación con calma para no despertar a mi madre y salgo a buscar agua a la sala.

He de decir que el olor a incienso es fuerte, pero no es un olor que no tolere, es más algo suave y agradable al olfato.

Mientras iba pensando en ello, llego a la cocina que tiene una luz ligera como para decir: si buscas agua o comida, aquí está

Maho: Qué haces despierto tan tarde?

Su voz rompió el silencio como una hoja deslizándose por el agua

Me giré lentamente y la vi allí, con una bata blanca que le quedaba un poco grande, el cabello castaño oscuro desordenado cayendo sobre sus hombros.

Erik: Me caí de la cama y aproveché para venir a tomar agua

Maho: Nn -bebiendo un sorbo de agua-

Dejó el vaso que tenía ella sobre una mesa y toma otro vaso y me lo da a mí

Maho: Eres bueno

Tomé el vaso de agua, pero pongo una mirada confudida ya que no sé a lo que se refiere

Al parecer ella notó mi expresión y procedió a continuar su diálogo

Maho: Con solo leer libros sin entrenamiento previo

Ah, eso

Maho: Me agradas

Luego de tomar agua del vaso, lo dejo sobre la misma mesa.

Ella entonces me tomó de la mano y me arrastró directamente a su habitación, Miho dormía abrazada a su conejo de peluche. La habitación era minimalista, con estantes de libros y algunas maquetas de tanques cuidadosamente ordenadas, también hay unos futones sobre el tatami en lugar de una cama occidental normal.

Maho: Así no te caerás de vuelta, entra

Eso sonaba más a una orden que una invitación, pero da igual, no me quejo.

Ella me hace entrar al cuarto y cierra la puerta, luego se acuesta sobre su futón mientras me deja un espacio entre las dos.

Me acosté al otro lado del futón, dejando que el sueño me arrastrara de nuevo. Miho se aferró a mi brazo sin despertar, como si siempre hubiera dormido así. Maho se acomodó a mi otro lado, dándome la espalda, pero sentí el leve roce de sus pies contra los míos bajo las sábanas.

Incluso en sueños, mantenía una vigilancia silenciosa.

A la mañana siguiente, el desayuno transcurrió en silencio. Shiho solo nos observaba desde su lugar, con esa mirada afilada que parecía diseccionar cada movimiento.

Después del desayuno, Shiho me llamó a la biblioteca.

Shiho: Erik Lindsworm... tienes talento. Pero el talento sin disciplina es solo un desperdicio.

Su voz era como el acero... afilada y fría.

Shiho: Si lo deseas, puedes estudiar como mis hijas en Kuromorimine. Serás formado para el Sensha-dō desde joven.

La oferta era tentadora... incluso demasiado tentadora.

Kuromorimine.

Una de las academias más prestigiosas de Japón y el resto del mundo... y también el bastión de la doctrina Nishizumi.

No era solo una oportunidad... era una invitación a la élite.

Erik: Acepto

Digo sin dudar, pues estar en kuromorimine o al menos en una de sus escuelas afiliadas, era tener una educación superior al resto.

Por un momento, pensé haber visto una chispa de aprobación en su mirada... pero desapareció tan rápido como había aparecido.

Shiho: Entonces, prepárate.

Los meses siguientes pasaron en un abrir y cerrar de ojos.

Durante esos meses, las hermanas Nishizumi y yo pasamos tiempo juntos, ya sea jugando a las escondidas en el jardín, tomando siestas en las tardes, jugando con globos de agua y en las noches Maho o yo leíamos a Miho un cuento para dormir

Para cuando terminó nuestra estancia, volvimos a Suecia para hacer los preparativos para ir a una escuela afiliada a kuromorimine. Mi madre comenzó a entrenarme personalmente en tácticas, historia militar y reconocimiento de modelos de tanques. No había tiempo para juegos infantiles... solo estudio, simulación y más estudio.

No me importaba.

Cada libro, cada lección... todo lo absorbía como una esponja.

He de decir que es bueno que haya renacido en un nuevo cuerpo desde el principio, ya que debido a eso, mi cerebro es más receptivo a la información que quieran enseñarme, es mucho más facil aprender desde edad temprana que incluso la adultez

Igual con el tipo de mente que tengo, no me iban los juegos de niños y si jugaba videojuegos, yo pedía los que tenían temática estratégica, aunque por desgracia no existen los juegos que yo usaba en mi vida pasada, como war thunder, pero al menos hay algunos que se ven más desafiantes que eso, así que no me quejo al final.

De vez en cuando ibamos de nuevo a visitar a las Nishizumi y mientras yo jugaba con Maho y Miho, mi madre y su amiga Shiho charlaban y cuando salían, nos llevaban con ellas.

Pero entonces llegó el día

El día de mi partida llegó más rápido de lo que esperaba.

Las despedidas con Maho y Miho fueron... agridulces. No soy alguien que se deje llevar por sentimentalismos, pero debo admitir que una parte de mí quería seguir con ellas. Aunque sabía que no era posible. La sede de Kuromorimine en Alemania aceptaba chicos, mientras que la central en Japón era exclusivamente para chicas.

A pesar de que era la decisión lógica, no podía evitar sentirme desplazado.

Maho, con su estoica expresión habitual, solo me dio una leve palmada en la cabeza.

Maho: Haz lo que se espera de ti... no, haz más.

Miho, en cambio, me abrazó con fuerza con lágrimas asomando en sus ojos.

Miho: Prometes que volveremos a jugar juntos, ¿verdad?

No le respondí con palabras... solo asentí.

Mi madre me llevó al aeropuerto, y el viaje hasta Alemania se sintió como si me hubieran exiliado. Pero lo que no sabía entonces, es que este lugar se convertiría en una parte fundamental de mi vida.

El primer día de clases llegó.

El ambiente de clases no era precisamente alegre, pero mas bien era algo de esperar de una escuela semi-militarizada, era una estética austera y estricta, la diciplina era muy obvia y marcada en la escuela.

Me asignaron a la clase 1-B. Al entrar al salón, la mayoría de los alumnos apenas me dedicaron una mirada. Todos se veían iguales: uniformes bien planchados, cabellos cortos o bien recogidos, y expresiones serias.

Alemania o Japón, al final los lugares prestigiosos siempre tienen la misma atmósfera.

Tomé asiento cerca de la ventana, observando cómo los otros niños hablaban entre ellos en susurros. Nadie se acercó a mí... lo cual me convenía.

Pero mientras el día avanzaba, empecé a notar que había alguien que tampoco se mezclaba con los demás.

Una niña rubia, alta para su edad, con ojos azules apagados y un rostro redondeado que contrastaba con las demás niñas de la clase. Sus mejillas estaban algo infladas y su uniforme le quedaba algo ajustado, especialmente en las caderas.

Cuando el profesor tomó lista, me enteré que su nombre era Freya Erikson.

Al terminar la jornada, el sol ya comenzaba a caer sobre el patio de la escuela.

Mientras caminaba hacia la salida, vi cómo un pequeño grupo de niñas la había rodeado cerca de los casilleros. Sus risas agudas cortaban el aire.

Chica 1: Tal vez si dejaras de comer tanto, podrías caber en tu uniforme.

Chica 2: ¿O quizás deberías ser el tanque de nuestro equipo?

Entonces una de las chicas derribó a freya, las palabras eran crueles... pero lo peor era la mirada de Freya.

No decía nada. Solo apretaba los puños, con la vista clavada en el suelo como si quisiera desaparecer.

Ya había visto ese tipo de expresión antes... en mí mismo, hace mucho tiempo.

Con solo recordar esos días de mi pasado, me llena de ira, así que no me iba a quedar quieto viendo esta situación de porquería.

Erik: Será mejor que la dejen en paz

Las chicas se voltean a mirarme, pero al verme, por alguna razón se encogieron con miedo, como si vieran algo aterrador

Chicas: Hiik

Erik: Entonces ¿se irán por las buenas o por las malas?

Mi ira se filtra claramente, tal punto que mis músculos se tensan y aprieto los puños en caso de que tenga que entrar en acción

¿Que las mujeres no se tocan? claro, dile eso a alguien que le importe, yo soy partidiario de la igualdad. Pero claro, jamás iniciaré yo los golpes.

Chicas: nos iremos

Y salieron corriendo.

Cuando se fueron, me giré hacia Freya.

Erik: ¿Estás bien?

Ella me miró con una mezcla de confusión y desconfianza, como si nadie la hubiera defendido antes.

Freya: ¿Por qué... me ayudaste?

Me encogí de hombros.

Erik: solo no tolero esas actitudes y menos si es por celos de alguien que en un futuro puede ser más fuerte y hermosa que ellas

Freya: Eh?

Sus ojos se abrieron como platos, como si mis palabras fueran lo más inesperado que había escuchado en toda su vida.

Extendí mi mano para ayudarla a levantarse.

Por un instante, dudó... pero luego la tomó con suavidad.

Y en ese momento, vi algo encenderse en su mirada... una chispa de esperanza donde antes solo había resignación.

Desde ese día, Freya comenzó a seguirme a todas partes.

Al principio era... molesto.

Me encontraba con ella esperándome en la puerta del salón, en la fila del almuerzo, incluso a la salida. No hablaba mucho... solo me seguía como una sombra silenciosa.

Pero con el tiempo, comencé a acostumbrarme.

Durante los recreos, la dejaba sentarse conmigo bajo los árboles del patio. A veces hablábamos... otras veces solo compartíamos el silencio.

Poco a poco, su expresión triste fue cambiando.

Comenzaba a sonreír más.

Incluso empezó a defenderse sola de vez en cuando.

Parece que todo salió bien al final, no?


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